Extraño esa época cuando mi única preocupación era hacer el aseo diez minutos antes de que mis padres llegaran a casa, al regresar del colegio jugar Resident Evil 4 y Grand Theft Auto con mi hermano y mi primo Eduardo, extraño buscar cheats en internet.
Cuando había buenos programas en tv abierta, y al día siguiente, en el salón, todos hablábamos de los chistes que escuchábamos la noche anterior en Otro Rollo. Cuando me pasaba toda la tarde viendo videos de ovnis en YouTube, cuando YouTube no tenía comerciales.
Extraño comunicarme por MSN y enviar zumbidos cuando sentía que la otra persona me ignoraba o recibirlos cuando era yo quien ignoraba. Extraño ver Mtv con mis amigos, extraño sentir miedo por no haber hecho la tarea, extraño ir al cine y que las personas nos callen a cada rato.
Extraño viajar con mis padres en el auto y mirar por la ventana los árboles mientras escucho mi música favorita mientras intento ignorar la plática de adultos. Jugar cartas en la azotea de la casa de mi abuelo, estar con Karla mientras Eduardo nos cuenta cosas graciosas que vio en Internet, como cuando vio un video de un sujeto metiendo metal en un horno de microondas. Extraño ver televisión con mi hermano y burlarnos de lo ridículos que son algunos comerciales, ver un anuncio de algún dulce e ir corriendo a comprarlo antes de que finalicen los comerciales. Leer revistas de música y buscar en Internet las recomendaciones musicales, comprar cosas ridículas en Internet y esperar ansioso a que el repartidor toque a nuestra puerta. Extraño descubrir música y compartirla con mis amigos, y sentir que hay un universo entero lleno de bandas que aún no conozco. Esa incertidumbre me hacía sentir bien. Extraño enviarnos links raros por correo electrónico y hablar de ello al día siguiente, sentir que, aunque somos raros cuando estamos juntos somos perfectos. Un defecto perfecto.
Cuando había buenos programas en tv abierta, y al día siguiente, en el salón, todos hablábamos de los chistes que escuchábamos la noche anterior en Otro Rollo. Cuando me pasaba toda la tarde viendo videos de ovnis en YouTube, cuando YouTube no tenía comerciales.
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Extraño viajar con mis padres en el auto y mirar por la ventana los árboles mientras escucho mi música favorita mientras intento ignorar la plática de adultos. Jugar cartas en la azotea de la casa de mi abuelo, estar con Karla mientras Eduardo nos cuenta cosas graciosas que vio en Internet, como cuando vio un video de un sujeto metiendo metal en un horno de microondas. Extraño ver televisión con mi hermano y burlarnos de lo ridículos que son algunos comerciales, ver un anuncio de algún dulce e ir corriendo a comprarlo antes de que finalicen los comerciales. Leer revistas de música y buscar en Internet las recomendaciones musicales, comprar cosas ridículas en Internet y esperar ansioso a que el repartidor toque a nuestra puerta. Extraño descubrir música y compartirla con mis amigos, y sentir que hay un universo entero lleno de bandas que aún no conozco. Esa incertidumbre me hacía sentir bien. Extraño enviarnos links raros por correo electrónico y hablar de ello al día siguiente, sentir que, aunque somos raros cuando estamos juntos somos perfectos. Un defecto perfecto.


